Aunque las leyes prohíben la participación de menores en las apuestas online, según la "Guía para profesionales para el buen uso de las TIC", que también va dirigida a padres, el 18 % de los jóvenes ha realizado algún tipo estas apuestas.
En general, las apuestas en línea superan a las apuestas presenciales entre los jóvenes, ya que hay mayor disponibilidad (cabe señalar que existen más de 2.500 sitios web de apuestas); tienen mayor aceptación y transmiten efectos visuales atractivos que incitan al juego; favorecen el anonimato y los jóvenes experimentan una satisfacción inmediata.
La directora general de Protección de la Infancia y la Familia, Carmen Morales, explica que "las nuevas tecnologías tienen muchas ventajas pero también conllevan peligros, de ahí la oportunidad de encargar esta guía que puede y debe ayudar a los profesionales, pero también a las madres y los padres, a afrontar los nuevos peligros que puedan influir en sus hijos e hijas". "Entre ellos podemos destacar las adicciones al juego en general y el juego de apuestas en particular, que además está promocionado por los ídolos deportivos de muchos jóvenes", apuntó Morales.
Según la Guía, elaborada por el catedrático de Psicología Clínica, Psicobiología y Metodología de la ULL, Juan Capafons, "las apuestas online tienen una mayor incidencia en la población joven entre los 16 y los 24 años, y pueden convertirse en un juego patológico, destacando que hay estudios que incidan que entre un 3 y un 9% de los estudiantes universitarios son jugadores patológicos, lo que es un indicador de una salud mental inadecuada actuando como un mecanismo psicológico de defensa y alivio de los estados emocionales depresivos".
Carmen Morales apunta que "al apostar a través de un ordenador él sabe si es la primera vez que juegas y las veces que entras en las web de juegos, por lo que te dejará ganar para incitarte a seguir jugando y por tanto a perder dinero".
El perfil del jugador de apuestas en línea patológico es el de un varón que vive en una ciudad, con un nivel educativo bajo, con pocos ingresos económicos, y con una actitud similar en su círculo de iguales.
Para ser considerado como un jugador patológico debe reunirse al menos cuatro de los siguientes síntomas en un periodo superior a doce meses:
- necesidad de apostar cada vez mayores cantidades de dinero;
- estar nervioso o irritado cuando se intenta reducir o abandonar el juego;
- tener la mente ocupada en las apuestas;
- apostar cuando se experimenta desasosiego;
- jugar al día siguiente de haber perdido para recuperar el dinero;
- mentir en su grado de implicación en el juego;
- poner en peligro relaciones personales, académicas o profesionales; o
- pedir dinero para seguir jugando.
La Guía también explica una serie de terapias para combatir la patología que van desde el juego controlado, psicofarmacología, intervención cognitivo-conductual; control de estímulos o terapia racional-emotiva entre otros.